De pequeño, aun viviendo en Livorno con mi familia, sentía una especial conexión con la naturaleza, pues mis abuelos y mis padres acostumbraban llevarme de paseo al campo y a las playas mediterráneas.
Cuando tenía cinco años, vi una tortuga por primera vez; recuerdo que fue tanta mi emoción, que comencé a llorar. Entonces me di cuenta de que quería estudiar algo relacionado con la naturaleza, así que, al crecer, me preparé como Biólogo Marino.
Al terminar la universidad, decidí venir a México. Originalmente, viviría en Chiapas, pero conseguí un trabajo en una de tantas cuevas en la Riviera Maya y ahí descubrí un lazo muy fuerte entre ésta y yo.
En 2015, mi novia me llevó a visitar un sistema de ríos subterráneos, donde sentí una energía particular a mi alrededor y me prometió a mí mismo, trabajar algún día en ese lugar. Dicha promesa se volvió realidad, al cabo de dos meses; desde entonces, formo parte de la familia Río Secreto.
Me gusta hacer las cosas con "corazón". Por eso, me siento bien al ayudar a mis compañeros en sus proyectos, en pro de la conservación. Lo que más disfruto de trabajar en la reserva, es la oportunidad de conocer personas abiertas a compartir sus conocimientos conmigo.
Me encantan los murciélagos, las aves y los árboles; la naturaleza en general. Me considero un poco curioso, necesito saber el nombre científico de todo lo que hay a mi alrededor.
Cuando muera, deseo renacer en un árbol o alguna planta del arrecife, para que alguien más pueda disfrutar de mi aliento.