Cuando uno se adentra en la oscuridad milenaria del inframundo maya, ocasionalmente se puede encontrar con un espíritu de las cuevas.
Rodeado de miles de estalactitas y estalagmitas, nadando en aguas cristalinas a través de salones que son verdaderos palacios de cristal y nos sorprenden a cada paso cuando los iluminamos con nuestra luz, la aparición repentina y sutil de un pequeño ser blanco que levita ingrávido y sereno es conmovedoramente bella e interesante.
Depredador máximo en su mundo de oscuridad perpetua, la dama blanca o Sak kay (Typhliasina pearsei) es un pez que carece de ojos pero que en su lugar ha desarrollado extraordinarias cualidades y ha evolucionado sus sentidos hasta convertirse en amo y señor de las aguas subterráneas que habita.
Se encuentrá en Río Secreto, así como en otros sistemas subterráneos de la península de Yucatán. En estos lugares donde no llega la luz, la comida es muy escasa, los ecosistemas son sumamente frágiles y dependen de aportes externos muchas veces acarreados por murciélagos, otros animales o por el agua que arrastra muy poca materia orgánica. La vida no es fácil y hay que economizar la energía al máximo.
La dama blanca o sak kay es una especie endémica a pocos sistemas subterráneos de la península de Yucatán, esto significa que sólo se encuentra aquí y en ningún otro lugar del mundo. Tan sólo por las características de su distribución, aunado a que los ecosistemas donde habita son muy frágiles y sensibles a contaminación, se encuentra en la categoría de amenazado.
Carece completamente de ojos y su color es blanco en general, aunque presenta ligeras tonalidades de rosa en sus costados. Cuenta con un armamento de cavidades y papilas sensoriales para detectar a sus presas que básicamente consisten en cualquier ser que se encuentre cerca y que sea de menor tamaño que él, generalmente pequeños crustáceos que también están adaptados a la oscuridad y cuentan con largas antenas o aparatos sensoriales complejos, por lo que capturarlos no debe ser tarea fácil.
Este increíble pez, puede llegar a medir 9cm, como el tamaño de una tarjeta de presentación común. Comparte su hábitat con otro depredador, la anguila ciega (Ophisternon infernale) y un pez gato limpiador o detritívoro llamado Bagre (Rhamdia guatemalensis) y algunos crustáceos endémicos.
Al ser un depredador, sus poblaciones son pequeñas. Los machos poseen un par de estructuras reproductivas llamadas claspers y las hembras dan a luz de dos a 11 crías vivas.
Se desconoce mucho aún de su biología por lo que su conocimiento y protección son sumamente importantes.
De nosotros depende que este magnífico animal, elegante representante de la gran biodiversidad mexicana, siga flotando mágicamente en sus palacios subterráneos y continúa siendo un verdadero espíritu del inframundo maya.
Y tú, ¿Qué harías para conservar al Sak kay?